Según los expertos en sexología Masters y Johnson, la masturbación consiste en cualquier forma de autoplacer sexual obtenido mediante una estimulación directa. Esta es una definición general que nos da la idea de que la masturbación no sólo implica la autoestimulación de la zona genital, sino que puede venir acompañada de otros estímulos físicos en diferentes zonas del cuerpo. Al fin y al cabo, la piel es un órgano sensorial muy extenso que nos ofrece múltiples opciones sensitivas.
La otra cuestión que se asocia al autoerotismo es la más humana y atañe al deseo y a la intimidad. En general, salvo excepciones, esta práctica sexual surge de un impulso, de un deseo de placer y de autosatisfacción, que suele formar parte de nuestra esfera privada e íntima.
Cuando tiene lugar a solas, uno se encuentra ante esta experiencia libre del juicio ajeno, aunque no necesariamente del propio. Precisamente por ello no se trata de una mera práctica mecánica de estimulación física, sino que va mucho más allá, invadiendo toda la esfera de nuestra condición humana sexuada, rica en sentimientos, percepciones y sensaciones.
Los hombres empiezan a masturbarse durante la pubertad y al inicio de la adolescencia, en un momento crucial de su desarrollo, que a su vez comporta el cambio de la identidad infantil a una identidad que se encamina hacia la propia del adulto. Es un momento de transformaciones importante en que la masturbación y el despertar sexual, debido a una serie de cambios biológicos y psicológicos, son una novedad fascinante y, en algunos casos, inquietante, debido al desconocimiento y a las creencias que se asocian a esta práctica sexual.
La masturbación masculina suele practicarse con mayor intensidad en la etapa de la adolescencia y decrece a medida que aumenta la edad, aunque esto es muy variable. Algunos hombres se masturban a diario, mientras que otros prefieren una frecuencia semanal. Los resultados de diversas investigaciones indican que la masturbación no tiene fecha de caducidad y que hay hombres que siguen masturbándose a lo largo de toda su vida, superados los setenta años y muchos más, sintiendo una satisfacción placentera que les lleva a dar valor a esta práctica sexual.
Lo más idóneo es dejarse orientar por el ritmo propio y deseado, más que concentrarse en alcanzar una supuesta frecuencia adecuada y refrendada por las normas de la sociedad. Y desde luego tener bien claro que la vejez no es el fin de la sexualidad ni, por tanto, de las prácticas relacionadas con el autoerotismo. Por consiguiente, no hay una frecuencia más normal que otra para la autoestimulación, sino prácticas más o menos afines a los impulsos y deseos de cada individuo.
*Georgina Burgos es autora de ‘La masturbación, guía práctica para hombres, mujeres y parejas‘. Puedes leer el primer capítulo íntegro aquí.
La salud mental es esencial en todas las etapas de la vida, pero en la tercera edad, se vuelve aún más crucial. Un aspecto clave es la prevención del Alzheimer, una preocupación común en esta etapa de la vida. Asegurar una mente activa, socializar, mantenerse físicamente activo y llevar una dieta equilibrada son pasos fundamentales para preservar la salud mental y prevenir el Alzheimer. ¡Cuidémonos y promovamos un envejecimiento saludable! 🧠✨
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