La depresión es un trastorno del estado del ánimo que también afecta al plano sexual. Analizamos su relación con algunos problemas de índole sexual y damos consejos para sobrellevar mejor tus relaciones íntimas en esta etapa.
Tristeza, melancolía, decaimiento, desánimo. Desde hace semanas, nada es capaz de captar nuestro interés y el amor por uno mismo está en horas bajas… El cansancio se apodera de nosotros, el estómago no ruge y el sofá está a un paso de convertirse en nuestro mejor aliado. Efectivamente, estoy hablando de depresión; ese trastorno mental del que no me extraña que hayas oído hablar muchas veces, pues su presencia es altamente frecuente. En palabras de la OMS, son más de 300 millones de personas en todo el mundo quienes soportan dicha psicopatología, ahí es nada.
Pero no, hoy no me toca hablar del término depresión “a secas”, esta tarea ya la realizó mi compañero Hugo González Núñez en su artículo “Depresión”, dónde nos explicó a las mil maravillas los intríngulis de este, por desgracia, popular término. A mí me toca, como no podía ser de otra manera, aderezarlo con la palabra “sexo” y descubrir la relación entre ambos.
Aludiendo al escenario que planteábamos en las primeras líneas de este documento, parece lógico pensar (y no nos faltará razón) que si nos encontramos sumidos en un círculo de abatimiento y desesperanza, la búsqueda de placer no es lo que más nos llame la atención en este momento. Este peculiar y derrotista estado de ánimo no invita a pasarlo bien, y menos entre las sábanas.
Así pues, la solución a nuestra ecuación parece clara: depresión = disminución o ausencia de apetito sexual y, aunque esta correlación podrá variar en función de la persona y el puesto que ocupe dentro de la gama de trastornos depresivos existentes, la realidad nos dice que un elevado número de personas con depresión achaca problemas de índole sexual.
Ahora, introduzcamos una nueva variable; los psicofármacos. A menudo, la depresión requiere ser tratada con ayuda de antidepresivos y te informo de que, por regla general, éstos no ayudan especialmente a sortear este contratiempo.
Despejada la incógnita, constatamos que los factores emocionales y farmacológicos característicos de la depresión pueden ocasionarnos ciertas disfunciones sexuales capaces de enturbiar el acto sexual. La disminución de la libido, la falta de lubricación en el caso de la mujer, los problemas de erección por parte del hombre y un orgasmo que se retrasa o no llega, serán capaces de propiciar anomalías en nuestra respuesta sexual.
Ponte en manos de profesionales. Sin lugar a dudas, el principal objetivo es atajar la depresión y, para ello, serán los profesionales quienes establezcan el mejor plan de acción para llegar a alcanzarlo. Sea terapia cognitivo conductual, o una combinación entre ésta y la ayuda de psicofármacos (en el caso de depresiones que revistan una mayor gravedad) confiar y dejarse guiar por aquellos que más saben del tema será primordial para escoger el mejor camino a la curación.
La terapia cognitivo conductual es una excelente opción, pues además de tratar la depresión en sí, puede atajar muchos de los inconvenientes asociados a ella, como pueden ser los problemas de carácter sexual. El terapeuta podrá realizar un plan de acción integral donde incluir este importante apartado para proporcionar las claves que mejoren el plano erótico durante el tratamiento.
Mantén tu tratamiento. Si el caso requiere de psicofármacos y éstos interfieren negativamente en las relaciones sexuales es importante consultarlo con el médico para ver qué se puede hacer al respecto, pero en ningún caso será una buena opción abandonar el tratamiento por nuestra cuenta. Como ya hemos dicho, lo más importante es hacer frente a la enfermedad y durante este periodo es probable y perfectamente normal que algunas cosas cambien; paciencia.
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Deja que surja la chispa. Como hemos señalado anteriormente, la disminución de la libido es bastante frecuente. Para hacer frente a esta circunstancia, podemos propiciar ciertos escenarios que nos ayuden a reencontrar ese placer que parece extraviado en estos momentos. Este acercamiento a la esfera erótica debe ser previsto con paciencia y cautela, poco a poco y desde 0, no hay prisa. ¿Empezamos por una cena en pareja? ¿O quizá te apetezca un poco de lectura con ciertas notas de sensualidad? Probablemente no haya ganas de empezar, seguramente no apetezca, pero… ¿y si probamos? A lo mejor la chispa se enciende, ¿quién sabe? La clave es no crear expectativas, lo que surja será más que suficiente. De momento dejemos una música ambiental, ya tendremos tiempo de subir el volumen…
Abre un abanico de posibilidades. Llegados a este punto, debo recordar (y no me cansaré) que el sexo es mucho más que penetración. Si durante el tratamiento hace su aparición la disfunción eréctil que no cunda el pánico, debemos pensar que existen muchas más prácticas de las que disfrutar tanto solos como en pareja. El abanico de posibilidades es amplio, así que echa un vistazo al catálogo y que la disfunción eréctil no constituya un impedimento para pasar un buen rato, siempre que te apetezca y así lo desees.
Para combatir la posible falta de lubricación, se puede hacer uso de lubricantes que sin duda ayudarán a sortear dicha circunstancia. Con ello favoreceremos las relaciones sexuales y evitaremos problemas derivamos de la misma, como por ejemplo, la dispareunia.
Vivir el sexo sin fijar metas y no establecer como único destino el orgasmo es otro de los consejos estrella. Infravalorar una mirada, los besos, las caricias… solo puede llevarnos a no gozar verdaderamente de ello. ¡Olvidemos los límites y disfrutemos del viaje a ningún lugar!
La depresión no se ve, pero te aseguro que se siente. A menudo estigmatizada, la depresión se envuelve bajo el halo de la incomprensión y la falta de tolerancia de aquellos que no la ven como una enfermedad al uso, si no como un sinónimo de vagancia o pereza, lo que contribuye a agravar los sentimientos de vergüenza y culpabilidad de la persona que la sufre.
Nada más lejos de la realidad, la depresión es una enfermedad, y como tal tiene característicos síntomas que la acompañan. De la misma forma que asumimos que una persona acatarrada estornudará y no la culpamos por ello, debemos aceptar que la persona con depresión manifestará tristeza y anhedonia, no instándole repetidamente a que deje de sentirse así porque, sencillamente, no puede.
Y a ti, que convives con alguien que la sufre te diré que la depresión requiere grandes dosis de empatía, comprensión y esfuerzo, y te adelanto que no será fácil, pero trabajar unidos será una de las premisas para hacerle frente. Cuídate mucho y recuerda que en estos momentos tú también cuentas, así que si necesitas ayuda, pídela.
En el plano sexual, si ves reflejado alguno de los escenarios anteriormente descritos entiende que es absolutamente normal, un síntoma asociado a la enfermedad que nada tiene que ver contigo. Aguantar las subidas y bajadas de esta carretera es duro, pero la meta puede ser muy enriquecedora.
La salud mental es esencial en todas las etapas de la vida, pero en la tercera edad, se vuelve aún más crucial. Un aspecto clave es la prevención del Alzheimer, una preocupación común en esta etapa de la vida. Asegurar una mente activa, socializar, mantenerse físicamente activo y llevar una dieta equilibrada son pasos fundamentales para preservar la salud mental y prevenir el Alzheimer. ¡Cuidémonos y promovamos un envejecimiento saludable! 🧠✨
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