La enfermedad de Alzheimer es una patología neurodegenerativa cerebral, progresiva e irreversible. Afecta de forma difusa a las neuronas de la corteza cerebral y otras estructuras adyacentes, y lleva a una degeneración de la función cognitiva y a trastornos conductuales, que conllevan un alto grado de discapacidad y dependencia. Constituye la forma más común de demencia (el 60% de los casos), y la principal causa de deterioro cognitivo en todo el mundo.
El alzhéimer se caracteriza por un deterioro de la capacidad del sujeto para controlar sus emociones, desenvolverse en su entorno de acuerdo a unas pautas de conducta normales, y coordinar adecuadamente sus movimientos y memoria, entre otros trastornos (pérdida del sentido de la orientación, dificultad para organizar tareas o resolver problemas, alteraciones del lenguaje…).
Por lo general, suele hacer su aparición a partir de los 65 años –aunque también puede darse en personas más jovenes–. Se trata de una enfermedad en la que la familia y el entorno del afectado juegan un papel fundamental, tanto en la identificación temprana de posibles síntomas que ayuden a realizar un diagnostico precoz, como en el cuidado y manejo posterior del paciente, que con el paso de la enfermedad va perdiendo su autonomía y capacidad para llevar a cabo por sí mismo actividades cotidianas.
Su aparición puede ser paulatina, comenzando con dificultades para recordar hechos recientes o nombres de personas, pero con el paso del tiempo el cuadro empeora, el paciente puede desde no reconocer a sus familiares o costarle hablar o escribir, o realizar actividades de su día a día, como asearse o limpiarse los dientes. En los casos más avanzados pueden mostrar irascibilidad, ansiedad o deambular por zonas que desconocen, llegando a perderse.
Diferentes factores están implicados en su origen, desde la acumulación de ciertas proteínas cerebrales, la neuroinflamación, factores inmunitarios, cambios vasculares, genética. Los estudios científicos han llegado a identificar alteraciones genéticas en más de 600 genes relacionadas con la enfermedad, que pueden ser determinantes: causa segura de la enfermedad (1%), o de riesgo: aumentan la probabilidad de desarrollarla (99%).
Incidencia y prevalencia del alzhéimer
Se trata de la forma más común de demencia (supone entre el 60% y el 70% de todos los casos de demencia), y afecta a cerca de 36 millones de personas en todo el mundo. La prevalencia alcanza al menos al 30% de la población que supera los 85 años. Siendo mujeres cerca del 70% de los afectados de entre 65 y 90 años.
Además, debido al incremento en la esperanza de vida, se calcula que el número de personas con alzhéimer se triplique en los próximos 40 años, llegando a padecerla unos 113 millones de personas, de ellos casi 2 millones en España, según datos de 2022 de la Sociedad Española de Neurología (SEN). En la actualidad hay más de 800.000 afectados en nuestro país, diagnosticándose anualmente 40.000 nuevos casos –el 90% en mayores de 65 años–, sin embargo, los expertos en neurología estiman que alrededor del 30-40% de los casos podrían estar sin diagnosticar, sobre todo porque tan solo están identificados dos de cada diez casos que aún están en fases más leves. Para el año 2050 se estima que el número de enfermos podría duplicarse hasta los dos millones, según datos del Ministerio de Sanidad.
La salud mental es esencial en todas las etapas de la vida, pero en la tercera edad, se vuelve aún más crucial. Un aspecto clave es la prevención del Alzheimer, una preocupación común en esta etapa de la vida. Asegurar una mente activa, socializar, mantenerse físicamente activo y llevar una dieta equilibrada son pasos fundamentales para preservar la salud mental y prevenir el Alzheimer. ¡Cuidémonos y promovamos un envejecimiento saludable! 🧠✨
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